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Los rankings económicos sindican a la capital como la mejor para hacer negocios en América Latina. Los ciudadanos, en cambio, la perciben como un vertedero de personas cansadas. “Nos meten en unos ‘artefactos urbanos’ (supermercados), para que nos trasformemos en entes comprantes”, señala la urbanista María Elena Ducci, una de las autoras del libro Santiago en la globalización: ¿una nueva ciudad?
Javier García
“Sería un notorio error ver en el Santiago hace sesenta años tan sólo un repertorio de añejeces. La ciudad se renovaba drásticamente en el centro y comenzaba a extenderse hacia los suburbios. Se hablaba de modernización con la misma ansiedad que ahora (…) A la fecha, los corredores Ossandón ya habían loteado treinta y tres fundos agrícolas santiaguinos para transformarlos en suelo habitable. Había problemas con las horas peak y se discutía sobre la pertinencia de los estacionamientos céntricos. La capital tenía 800 mil habitantes, 12 mil de los cuales poseían automóvil”.
Así, Roberto Merino inicia una crónica titulada “Santiago hace sesenta años. El drama del estirón”, del libro Horas perdidas en las calles de Santiago (Sudamericana, 2000). Como para darnos cuenta que el manoseado concepto de modernización urbana ya era tema en la ciudad de la década de 1940.
¿Cuántas personas viven actualmente en Santiago? ¿Los más pobres siguen viviendo en los suburbios? ¿Cuántos clones de corredores Ossandón recorren las calles de la ciudad día a día buscando terrenos disponibles para edificar?
El último Censo realizado el 2002 dejó registrada la cantidad de 5,4 millones de habitantes para la ciudad de Santiago. Ya no sólo los pobres viven en la periferia, sino también sectores de nivel medio y medio alto de la sociedad se han instalado, en estos últimos años, en comunas como Peñalolén, Huechuraba, La Florida, Puente Alto y Maipú.
MALDITA VECINDAD
Santiago en la globalización: ¿una nueva ciudad? Es el título del libro de reciente aparición, que aborda variadas temáticas de cómo se vive y se proyecta la urbe en una lógica estrictamente capitalista.
LND/Leer conversó con tres de los autores (además de ser editores) del libro, cuya publicación es una coedición de Ediciones SUR (Corporación de Estudios Sociales y Educación) y EURE Libros (Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, PUC).
Específicamente, dos temas son abordados con preocupación, pues afectarían directamente la calidad de vida de los santiaguinos. Primero: el medio construido de la ciudad (espacios públicos, vivienda, etc.). Segundo: las modalidades de vida urbana, el cómo se habita la ciudad.
“En diversos estudios comparativos realizados en los últimos años, Santiago aparece como una de las ciudades latinoamericanas mejor evaluadas. Tal conclusión, sin embargo, no suele concordar con la visión que de ella tienen los santiaguinos. En efecto, sus testimonios, recogidos en diversas encuestas, dejan ver una percepción bastante crítica tanto del medio construido de la ciudad, como de las modalidades de vida urbana que allí se despliegan”, así parte el análisis.
Al respecto, María Elena Ducci, autora del ensayo “Las batallas urbanas de principios del tercer milenio”, sostiene que “somos terriblemente críticos, nadie está muy contento, excepto pequeños grupos. En general los santiaguinos alegamos por el tráfico, el smog, por todo. Estamos habitando los malls, que son cómodos, seguros, donde no hay calor ni frío. El ciudadano ahora es sinónimo de consumo. Por ejemplo, en los Líder (supermercados), uno se mete a esas tiendas y tiene que pasar el día entero en ellos por lo inmensos que son. Nos están enfrentando a unos ‘artefactos urbanos’, para que nos transformemos en unos entes comprantes”.
Otro de los autores del texto, el uruguayo Carlos De Mattos – quien vive hace más de 30 años en Santiago-, dice que la ciudad “cambia a una velocidad impresionante. En 1982 se inaugura el primer mall: el Parque Arauco, y ahora la ciudad se ha llenado de malls, pero se crean a la vez baterías de cine como el de La Reina y se han activado barrios como Bellavista y Suecia”.
Santiago, en sus horas peak, es un paradero de micros amarillas, es una radio a todo volumen, es un vertedero de personas cansadas, pero también es una ciudad atractiva.
BOMBA DE TIEMPO
“No es Buenos Aires, pero Santiago tiene una rica vida cultural. Teatro, cine, restoranes, hoteles… Hay nuevas zonas de esparcimiento. Yo creo que la nostalgia es una mala consejera para mirar las ciudades, porque hay gente que dice que se perdió la vida de barrio ¡pero se perdió en todas partes del mundo!” alega De Mattos.
María Elena Ducci es más tajante, y al tratar el tema de cómo se vive en la ciudad afirma que “se vive mucho más estresado, el futuro en pareja es negro, es el modelo americano que estamos copiando y que para el sector inmobiliario es mucho más fácil y eso, sin duda, afecta la calidad de vida. Se traspasan los mismos problemas que hay en el gran imperio del norte. La vida es cada vez más difícil en Santiago”.
Según los rankings, somos la mejor ciudad para hacer negocios en América Latina. Durante el período 1990-98, en la Región Metropolitana la pobreza se redujo de 38,6 a 15,4 por ciento. Mientras, que la indigencia descendió de 9,6 a 3,5 por ciento.
Más allá de las cifras, para el arquitecto Alfredo Rodríguez, el problema central está en lo que llama una “aguda segregación socioeconómica”. Componente clave para entender Santiago, que históricamente ha sido definida como una urbe fragmentada.
“Hay sectores de la ciudad que en 20 o 25 años no han recibido beneficios. Su situación es la misma. Santiago ha mejorado mucho, pero sólo los avances se ven en algunas comunas” y agrega: “En la ciudad no hay una mirada a mediano ni a largo plazo, sino inmediata, del negocio rápido, y esto termina con todo lo que ha sido una real planificación”, plantea Rodríguez.
Para Ducci, esta fragmentación de la ciudad, unida a la segregación socioeconómica da como resultado diferencias claras y nítidas “en ese sentido Santiago es una de las ciudades más puramente segregadas. A la larga esto es una bomba de tiempo, porque va a explotar de alguna manera”.
Alfredo Rodríguez, quien titula su ensayo “Santiago de Chile: una ciudad fragmentada” alude al cómo estamos habitando la ciudad “no ha habido una política de vivienda social, lo que ha existido es una política de financiamiento social, en un acuerdo entre el Ministerio de la Vivienda y las empresas constructoras. Sin, por supuesto, la participación de la población” y agrega enfático: “Santiago ha crecido movido por los intereses de las empresas inmobiliarias”.
Al parecer, Santiago carece de políticas claras que vayan en beneficio de todos sus habitantes, más allá de los conceptos de modernización imperantes. Para Rodríguez “La globalización tiene sus procesos, el problema está en no aplicar ninguna norma ni regulación que estructure la urbe. La ciudad sólo se ha regularizado en relación al mercado. Lo lamentable, es que no hay intentos de modificar esta tendencia”.
¿Santiago tiene una identidad propia? ¿El santiaguino se identifica con su ciudad como el bonaerense con su capital, como el parisino con su urbe?
Para De Mattos “Todavía no hay una identidad clara. Santiago tiene una mala distribución del ingreso, una fuerte polarización. No es lo mismo La Pincoya que Vitacura. Santiago se está construyendo una identidad”.
Para Alfredo Rodríguez el tema de la identidad es, sin duda, un problema gubernamental “En términos administrativos y políticos la ciudad de Santiago no existe, excepto para la ideología del mercado”.
CIUDADANOS UNÍOS…
Sin embargo, los autores de los diferentes estudios que aparecen en Santiago en la globalización… creen con vehemencia que los habitantes de esta oscura ciudad se están organizando. Rodríguez señala al respecto: “Yo diría que están surgiendo una serie de movimientos ciudadanos. Hay gente, por ejemplo, que se opone a la construcción de una antena en su comuna, se reúnen en ONG’s. Entonces podemos decir que la ciudad ya no es sólo una fuente de negocio”.
Por otra parte María Elena Ducci, quien en su ensayo aborda con más detalle el tema dice que “a pesar de que tenemos una tara para reclamar, la única forma de mejorar la ciudad es si los ciudadanos pelean por lo suyo. En los ‘70 estaba lleno de movimientos populares peleando por la vivienda y por los servicios y en los ’80 dejan de existir. En los ‘90 se comienzan a organizar y a coordinar más.
Actualmente, Ciudad Viva es el grupo de ciudadanos más grande que hay en el país y más potente en América Latina, que se ha organizado a partir de la construcción de la Costanera Norte”, finaliza. LND
Fuente: http://www.lanacion.cl/cgi-bin/print_page_02.cgi?URL=http%3A//www.lanacion.cl/p4_lanacion/site/artic/20041002/pags/20041002162127.html%3F0.01875454595565229